Desde que proteger las propiedades y las pertenencias se convirtió en una necesidad, la amenaza ajena siempre ha sido una realidad a la que se ha intentado ir haciendo frente. Las cerraduras han ido tendiendo hacia una evolución progresiva, de manera que entrar en las viviendas y en los negocios fuera más difícil para las personas ajenas al recinto. No obstante, también los ladrones han ido cavilando nuevos métodos de acción.
Si escuchamos a los especialistas del mundo de la cerrajería de https://www.cerrajerostorrevieja.com y atendemos a las estadísticas anuales de robos, el bumping se convierte en el truco más usado por los ladrones para conseguir su propósito de forzar las puertas. Esta técnica se basa en las maniobras con llaves bump o llaves maestras, las cuales pueden introducirse en el orificio de las puertas; luego se les da unos ligeros golpes y se procede a completar l apertura.
Lo único positivo del bumping es que precisa de una preparación previa; lejos de lo que pueda pensarse, no todo el mundo está preparado para afrontar con éxito el bumping. Es más, este método fue adquirido por los ladrones a raíz del uso profesionales que le daban los cerrajeros y los expertos del sector. Por desgracia, esta artimaña goza de una eficacia, por lo que siempre será positivo instalar mecanismos antibumping en la cerradura que protege nuestra vivienda.
Las ganzúas son otro de los instrumentos favoritos de los ladrones. Las ganzúas pueden ser de diferentes tamaños, y facilitan abrir la cerradura por medio de la manipulación de los pitones. Además, las ganzúas pueden encontrarse sin mucho problema en cualquier tipo de tienda de bricolaje o de ferretería, lo que dispara su popularidad. Este método también se sustenta en la manipulación de los sistemas internos de bloqueo del bombín, ya que la ganzúa actúa simulando la acción de una llave.
Por si fuera poco problema, las ganzúas además se pueden simular fácilmente con alambre, metales ligeros y otros objetos. Por poner un ejemplo, con dos clips de oficina, tales como los que los jóvenes utilizan en los colegios para agrupar los folios, será posible forzar una cerradura. Un clip se usaría como llave de presión para ejercer fuerza sobre los pitones, mientras que el otro clip se encargaría de abrir esos pitones uno tras otro, quedando abierta la puerta si todo el proceso se lleva a cabo como es debido.
Otro truco muy antiguo, pero a la vez eficaz, es el que tiene como protagonista a las botellas de detergente; en este caso, el ladrón se cerciorará de que la cerradura no tiene dadas vueltas con llaves ni responde a sistemas complejos de seguridad. Este truco consiste en vaciar una botella de plástico y centrar la atención en su cara más plana; acto seguido, se recortará una especie de rectángulo, como una cuña, en la que los bordes quedarán achatados y redondeados. Luego ese plástico resultante se pasará por el interior de la puerta hasta lograr hacer saltar el resbalón.
Las radiografías son otro de los objetos más preciados para los ladrones. Hay casos en los que la puerta no se ha cerrado a fondo por el usuario. Es aquí donde las radiografías pueden hacer saltar el resbalón. Si se tiene un poco de pericia en el manejo de tácticas para abrir cerraduras, las radiografías supondrán una buena opción, ya que su material es duro, resistente y certero al deslizarse por el interior de la puerta unos centímetros.
No nos podemos olvidar del ‘impresioning’, que es un truco que se basa en introducir en la ranura de la cerradura una lámina muy fina de aluminio deformable y capaz de moldearse con facilidad; bastarán unos leves movimientos con el aluminio para tener toda la información acerca de las muescas de la cerradura. El ‘impresioning’ permite actuar con sigilo y diligencia, ya que gracias a él se podrá hacer una copia de las llaves.
El imán es otra manera de forzar la cerradura, una táctica de la que muchos ladrones se valen. Por su parte, el taladro es usado para hacer pequeños agujeros en las puertas o las ventanas, ya que, a través de estos orificios que hacen, se introducen alambres para hacer girar la manivela o el pomo del interior; se trata de una técnica que tiene aún más éxito cuando se produce con taladros silencios, ya que se llama menos la atención.
Los marcadores son unas pequeñas pegatinas o plásticos del tamaño de una moneda que se pegan en las puertas de las casas que días más tarde van a ser robadas. Si se comprueba que nadie cae o mueve el plástico, será porque los inquilinos están de viaje o han abandonado la casa, lo que dará vía libre a los ladrones para su actuación. Por eso, como comentamos siempre, lo mejor es estar alerta y equiparse con las cerraduras más eficaces del mercado.
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